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4 de abril de 2011

Japón y El branding País



Como cada empresa, cada persona, asociación, colectivo, los países también poseen percepciones en la mente de los individuos. Tanto de los afines a esos países como de los contrarios o inclusos de aquellos que no muestran especial interés. Es decir, un país, es una marca y como tal es conveniente desarrollarla de modo consciente, entre otros motivos porque como marca que es, evolucionará y se desarrollará por sí misma queramos o no.

Es básico que cuando deseemos que nuestra marca (personal, empresarial, país, lugar etc) ocupe una determinada posición en la mente de nuestros públicos, debemos vigilar que exista una correlación entre lo que queremos que perciban de nosotros y lo que realmente perciben. Nada mejor para ello que una situación límite.

Por ejemplo aquel que constantemente se las da de ganador, de saber ganar, de respetar al contrario, de deportividad, tendrá una enorme oportunidad de demostrar esos valores cuando las circunstancias sean las contrarias: la derrota. Si cuando esta llega, sale la soberbia, el no reconocer los éxitos del contrario, la falta de deportividad, nuestro branding, nuestra marca quedará dañada para siempre.
Poco o nada podremos hacer para recuperarla, ni siquiera cuando vuelva la época de éxitos. Cierto es que siempre se contará con los seguidores incondicionales, para los cuales el líder no es algo que se cuestiona haga lo que haga. La buena noticia es que gracias a Dios son una minoría y que la gran mayoría atiende a otras cuestiones para decidir su comportamiento. Tienen un concepto más elevado de sí mismos.

El desastre que está viviendo el pueblo japonés, el pasado 11 de marzo Japón sufrió el mayor terremoto de los últimos 140 años, que provocó un espectacular tsunami y que varias centrales nucleares quedaran afectadas, especialmente la de Fukusima, han mostrado al mundo, en mi opinión, una directa correlación entre la imagen que proyectan el pueblo japonés con su cultura, la que crean en sus mentes el resto de los ciudadanos y la forma de actuar en situaciones de crisis.

Uno de los valores más importantes del pueblo japonés es el concepto de grupo, de respeto por el otro. Cierto que también los hay que les importa poco, cuentan con sus mafias y demás pero me refiero a la mayoría. El deber, la obligación queda muy por encima de los deseos individuales, así como el respeto a sus mayores, no ya por la edad sino por el saber acumulado a lo largo de los años.

Este concepto de grupo sirvió para que no se dieran robos, ni saqueos a discreción en las casas derruidas o desalojadas. El gobierno, los dirigentes informan de la situación de tal manera que todos saben lo que ocurre y a que deben atenerse. Tienen un gran respeto por su cultura sobre todo por su historia. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, el pueblo no perdió esos valores a los que me refiero, respeto, calma, tranquilidad y serenidad.

¿Qué hubiera sucedido en cualquier otro país que entre los atributos que pretenden que identifiquen a su marca, estuviese el respeto por los demás, la educación, el ser civilizados, si hubiesen vivido lo que los japoneses están viviendo? No sería complicado imaginarlo.


Y eso sin entrar en el personal que trabaja en la central nuclear, tratados como héroes, que saben que es muy probable que su esperanza de vida no se prolongue mucho más. Tampoco la población ha abandonado el país en masa.

Todas estas actitudes hacen que la marca de Japón sea, si no era ya, creíble en sus atributos. Su posicionamiento ha quedado bien grabado en la mente de la mayoría de los individuos del resto del mundo. Será difícil que de estos valores se pueda apropiar otro país. Lo mismo ocurre en las marcas comerciales, cuando los consumidores identifican a una marca con un atributo concreto es casi imposible que venga otra y se apodere de él. Es mucho mejor buscar otro, de interés para los consumidores y apropiárselo.

Como conclusión, no olvidar que nuestros actos, comunicaciones, reacciones, deben ser siempre coherentes con nuestra marca.

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