He dedicado varios post a comentar el incomprensible esfuerzo que realizan la gran mayoría de las compañías para desenfocar sus marcas en la mente de sus clientes. También he comentado en reiteradas ocasiones, y seguramente seguiré haciéndolo, que vivimos en una sociedad saturada de información.
Esa saturación implica que nuestro cerebro busca continuamente formas de protegerse de los miles y miles de mensajes que nos llegan cada día. Se trata de una protección contra el exceso de información que nuestra mente tiene a bien poner en marcha, en la mayoría de las situaciones, de forma inconsciente.
Aún así los expertos en psicología de la publicidad y psicología en general nos dicen que estamos preparados para recibir cantidades enormes de información, pero que es nuestro inconsciente el que se encarga de ello. De ahí que podamos recibir datos y almacenarlos sin ser conscientes de lo que estamos haciendo. Pero el proceso habitual parte de una protección de todo aquello que para nosotros, conscientemente, no sea importante o no nos identifiquemos de alguna manera con ello.
Es decir debido a que existen millones de marcas, que dentro de una categoría concreta podemos hablar de decenas o cientos, llegar a entrar en la mente de nuestros posibles clientes no es nada fácil. Menos aún lo es el quedarnos en ella ocupando un lugar preferente. Un lugar en el que a la hora de la decisión de compra aparezca nuestra marca, en la mente de nuestros consumidores, lo más cercano posible a la primera opción.
Para que esta situación pueda tener lugar, y por tanto hayamos podido atravesar el muro de protección contra el exceso de datos y de ruido, nuestra marca debe significar una cosa y solo una. Con una sola palabra los clientes deberían saber a lo que nos dedicamos. Cuantas más variedades aportemos cuantas más palabras sean necesarias para describirnos y cuantas más categorías diferentes abarquemos, nuestra marca se iré desenfocando más y más. Dificultando de esta manera, conseguir ocupar ese lugar destacado en la mente de los consumidores.
Es por este motivo por el que los especialistas en una actividad concreta tienen las de ganar frente a grandes multinacionales que ponen su nombre de marca a multitud de productos diferentes. Nuestro cerebro piensa, no siempre de manera correcta, que aquellos que solo se dedican a hacer una cosa, la harán mejor que los que abarcan demasiadas.
Por lo anteriormente expuesto quiero destacar la apuesta de Central Lechera Asturiana por insistir en un posicionamiento concreto en su actual campaña "Nuestra vida es la leche", en la que el eje central gira en torno a los ganaderos.
Esa implicación por la leche como la palabra que define a la compañía debe ser continua en el tiempo, no debe limitarse a esta campaña, si no que debe venir reflejada en todas sus comunicaciones y sobre todo en sus productos. No debería aparecer nunca el logo de Central Lechera Asturiana en un producto que no tuviera una relación directa con la leche, menos aún si se tratase algo de otra categoría diferente.
Muchas empresas comienzan así, y más tarde van colocando su logo, con el que obtuvieron un éxito inicial, que está relacionado con leche, en diferentes productos que nada tienen que ver con ella, como zumos, tortillas etc. Pasa algo parecido con otras compañías que se las relaciona con atún o foie-gras y extienden su marca a platos preparados, por ejemplo. De esto hablaré en otros post.
Por último recordar que si queremos entrar en la mente de nuestro público objetivo, debemos facilitar las cosas y entender como funciona ésta. Para ello enfoquémonos en algo concreto, si es diferente mucho mejor, que lo defina una sola palabra y centrémonos en un posicionamiento continuo a lo largo del tiempo. Si queremos lanzar otro producto, busquemos una nueva marca con un posicionamiento diferente.
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