En varias ocasiones hemos defendido la idea de que no basta con pretender apropiarse de un concepto, de una idea diferenciadora, que en teoría no debe estar siendo utilizado por la competencia, si no que hay que actuar conforme a él. Que el cliente disfrute de la misma experiencia en cada exposición que tenga ante la marca. Es decir que haya coherencia.
Imaginemos que somos una empresa de paquetería o de comida rápida de entrega a domicilio, y nuestro claim, o slogan, habla de nuestra rapidez de servicio, insistiendo que somos los más rápidos del sector. Si cuando un cliente se pone en contacto con nosotros y no le damos una atención que cumpla con el que queremos que sea nuestra idea diferenciadora seguramente le habremos perdido.
A él y a gran parte de su entorno.
Si le dejamos al teléfono esperando, si tardamos en atenderle, si tiene que llamar una y otra vez, en definitiva, si su experiencia con nuestra marca no refleja "somos los más rápidos" por muy buena que sea la comida, por muy bien que llegue el paquete estaremos creando en la mente del cliente un punto discordante entre lo que esperaba encontrar en nosotros y lo que se encuentra.
Es decir, tenemos que ser coherentes con nuestro mensaje, si no estamos preparados para ser "rápidos" no pasa nada, seguramente dispongamos de otra cualidad, o inventamos una categoría en la que nos podamos posicionar con un concepto diferenciador distinto. Desde nuestro punto de vista como consumidores nos costará mucho trabajo, si es que tenemos interés, superar la incongruencia entre los mensajes recibidos y la experiencia vivida con la marca.
Esto nos lleva al objeto de esta entrada: el mensaje y la coherencia:
En mi opinión, Toyota ha mantenido la coherencia entre el posicionamiento de su vehículo, Mirai, el más ecológico de la gama, y su campaña publicitaria. Para ello, en la publicidad exterior instalará 37 vallas publicitarias (fuente, Marketing News) en San Francisco y Los Ángeles, durante este mes de abril, que purificarán a su alrededor, cada una de ellas, una cantidad de aire equivalente a las emisiones de dióxido de nitrógeno de 5.285 vehículos.
Según podemos leer en la web de Toyota Mirai:
"El Mirai, que literalmente significa “futuro” en japonés, anuncia el inicio de una nueva era en la automoción. Valiéndose del hidrógeno para generar
electricidad y emitiendo únicamente agua, el Mirai no solo tiene un
impacto medioambiental mínimo..."
Involucrarse en la fabricación de coches ecológicos, o cualquier otro producto, no debería terminar con la puesta en el mercado del producto en sí, sino que la propia compañía debería respirar y emitir responsabilidad social empresarial por los cuatro costados.
A pesar de que el sentido común invita a que no nos quedemos en las palabras sino que las apoyemos con hechos, parece que aún queda un sector de profesionales que se esfuerza en no ver la importancia de lo expuesto.
La buena noticia es que cada vez más, tanto a nivel de marca personal, relaciones interpersonales, como de marca comercial, la coherencia va recibiendo la importancia que "la lógica" le otorga.
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