

Así que si queremos que vengan a comer tortilla de patatas a nuestro restaurante no conviene decir algo del tipo "Si quieres comer la mejor tortilla de patatas del mundo ven al restaurante X". La presión sobre la tortilla del restaurante X sería enorme frente a las tortillas de todas las madres de los clientes.

" Sabemos que tu madre hace la mejor tortilla de patatas del mundo,
si un día ella no pueda hacerla, ven al restaurante X "
Podríamos añadir un tercer renglón y terminar el mensaje de varias maneras, por ejemplo "...comerás la segunda mejor tortilla de patatas del mundo" o "...no te defraudaremos, con permiso de tu madre" o ...
La idea, partir de las percepciones existentes en la mente de nuestros clientes y de lo que ellos conocen de nuestro productos ( o lo que tengan registrado del mercado al que queremos entrar) desde ese punto elaborar nuestro mensaje.

Una enfermera, cuyos pacientes sufren cáncer, y a su vez es activista, comentó las declaraciones asegurando que "...un apaciente le había dicho que de todas las adiciones que ha sufrido crack, cocaína, metanfetamina, el tabaco ha sido la más difícil..."

El ejemplo del post es muy evidente, pero debemos revisar en nuestras comunicaciones que el mensaje no atente contra las percepciones de aquellos a los que nos dirgimos.

Quizá fue ahí donde el Presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero, comenzó a perder confianza y credibilidad cuando aseguró durante más de dos años que no había crisis, que pensar que estábamos en crisis era algo opinable.
En las últimas elecciones llegó a decir que quien asegurara que estábamos en crisis era antipatriota.
Las percepciones de los españoles eran otras así como la de los organismos internacionales.
Una cosa hizo coherente a su forma de ver las cosas, sino había crisis nada había que hacer para evitarla o salir de ella.
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